Durante diez años a Zeta Bosio (y a sus dos ex coequipers, Gustavo Cerati y Charly Alberti) los persiguió la misma pregunta:“¿Cuándo vuelve Soda Stereo?”, repetida en números exponenciales. Soda Stereo ya volvió, giró, tocó, emocionó y cumplió, y ahora, aquella vieja pregunta, se transformó en otra (también bastante insistente): “¿Van a grabar un disco nuevo?”.En los diez años que transcurrieron entre una inquietud y la otra, Zeta (50, Héctor Pedro Juan Bosio Bertolotti, según su DNI) se ocupó de buscar un nuevo lugar en la música. Con su poderoso bajo a cuestas y también sin él. Se pasó del otro lado del mostrador, al convertirse en director artístico de una discográfica, creó un sello propio (Alerta! Discos), se puso al frente de un programa de televisión (Rock Road) y de otro de radio (Keep Rockin, por Rock & Pop), y, aun proviniendo de una de las bandas de rock más grandes de la historia nacional, se metió de lleno en el mundo de la música electrónica. Lo que se dice, se reinventó.
En lo personal, también lo atravesaron vientos de cambio. Se separó de la que fuera su mujer durante más de veinte años, Silvina Mansilla (artísta plástica y madre de sus hijos Simón, Juan Bautista y Tobías, fallecido en un accidente hace catorce años) y formó una nueva pareja con la modelo Estefanía Iracet, de 22 años. Pero los 28 años que los separan no parecen ser obstáculo en su relación. Estefanía y Zeta se divierten en cada frase, se ríen de las diferencias y desde hace casi un año planean el día a día juntos.
–Te enganchaste mucho con la música electrónica…
–Me siento muy cómodo a nivel artístico. Me parece que es una música que llega a todos lados, a todo tipo de público. En el dance floor hay una actitud muy participativa de la gente.
–Rememorando la famosa discusión de Pappo con DJ Dero (cuando en Sábado bus le gritó: “Conseguíte un trabajo honesto… Vos tocás lo que otro grabó”. De bajista a bajista, ¿qué te diría Pappo de ésta, tu nueva veta?
–(Risas) Y bueno, no sé… en una época se tocaba con guitarras y amplificadores, y hoy se hace música con una computadora. En los comienzos, la música house era mucho más básica. Pero hoy la electrónica se abrió muchísimo, hay bandas de chicos haciéndola, chicos que tienen el espíritu que en su momento tenían el punk o el rock. Dejó de ser algo pasatista o de baile para pasar a ser una movida cultural.
–¿Extrañás el espíritu de banda? La música electrónica es más solitaria…
–Bueno, yo estoy componiendo con otro chico ahora.
–Me refiero a la cosa más tradicional, al escenario.
–Y sí… ¡soy un bajista desocupado! Se supone que lo que mejor sé hacer es tocar el bajo, y ahora no lo estoy haciendo. Pero no es fácil armar una banda, componer los temas, grabar, difundir, conseguir que los medios te den bola. Es un proceso largo.
–¿Y a esta altura de la vida ya no tenés ganas de eso?
–Ahora me llena mucho más trabajar con música electrónica, es más inmediato. Me siento muy respetado por otros DJ’s, estoy tocando en el interior y en Latinoamérica. Ahora me voy a presentar mi set en el Winter Conference, en Miami, y después me voy a tocar en Europa. Con el tema de la banda, es como que yo ya tengo hecha una historia y el problema es que siempre tenemos la sombra de Soda, que para nosotros es una especie de karma, porque todo lo que hacemos lo comparan con aquello, que fue genial, inigualable.
–¿Del encuentro con Soda, qué quedó? Además de la facturación…
–Jajaja. Quedó una relación mucho más compuesta. Pasamos de prácticamente ni llamarnos con Gustavo y Charly, a hablarnos, vernos de vez en cuando, nos mandamos mensajes de texto. Lo que pasa es que estamos cada uno en su propio proyecto.
–¿Nunca se plantearon hacer un disco nuevo?
–No sé si hubiera funcionado; me parece demasiado. Creo que está bien así, fue muy bueno el reencuentro, muy bueno para la gente, y... no sé. Es bravo volver a salir al rodeo, volver a competir, jugar en Primera. Lo bueno es que queda la sensación de que Soda es algo real, que existe, no es más una quimera. Ya nos juntamos y es algo que podría repetirse en cualquier momento. Era una relación desgastada, como la de un matrimonio. Y los fans son como nuestros hijos, que nos pedían que nos volviéramos a juntar.
–Ya que hablaste de matrimonio, hablemos de tu relación con Estefanía.
–Estamos acá, se dio esto, ¿no? (la invita a la conversación) Siempre me preguntan por la diferencia de edad, pero la verdad es que no le damos bola a eso, tenemos un espíritu muy parecido. Ella es como una niña mujer, y yo un hombre niño.
–¿Y a vos, Estefanía, te pesó que él fuera un ex Soda?
Estefanía: No tomé mucha conciencia, yo ni escuchaba Soda. Después, con el tiempo, me fui dando cuenta de que es grosso.
Zeta: ¡Me encontré una que no es fan! Y peor: escucha Luis Miguel.
–¡Zeta, contáme el día que te levantaste y en tu casa sonaba Luis Miguel!
–Es peor, sonaba Luis Miguel ¡y ella cantaba todas las letras! Te digo, estuve a punto de acompañarla a verlo… ¡disfrazado! Ahí me doy cuenta de que el amor puede derribar cualquier frontera. Yo la adoro.
–¿Cómo es la relación con tus hijos? Simón tiene 19 años, tres menos que Estefi.
–Bien; estuvimos comiendo con ellos recién, y con Silvina, que nos llevamos bárbaro. Ahora, a mediados de enero, nos vamos con los chicos a pasar unos días a una casita en Cariló.
–Ah comen todos juntos, con tu novia y tu ex esposa ¡Muy moderno!
–La idea es sumar, y no dividir. Uno se pone grande y andar peleándose con gente con quien hiciste un proyecto re lindo, tuviste años tan buenos… Se pueden compartir un montón de cosas desde el afecto. La idea es agrandar la familia, no achicarla. Es como un crecimiento, un estado superior. Está bueno para los chicos también. Algunos me dicen que no es normal. Y bueno, en definitiva, no somos gente normal. Estaba dentro de lo que se esperaba, ¿no